En su huerto el amor esperó
el beso de la taición.
Aquella noche, para la verdad,
fue un momento de llanto y de clamor,
pues se avecinaba la ignominia
contra ella. Los perros estaban cerca
y los sepulcros... ya venían
con sus armas de desprecio.
Después de aquel beso;
de aquel ósculo traidor,
para el Príncipe de Paz
vino la humillación...
Hay muchos que con antorchas tenues
y con su egoísmo imbécil
pretenden hallar el sol,
¡Y algunas almas lo encuentran¡
Pero al estar frente a él no distinguen su voz.
El bien está en su vigilia y en el silencio.
En su huerto él está esperando hoy,
pero no para que lo apresen
como aquel día de dolor.
¡La soberbia no tiene alas
para elevarse hasta Dios!
¡Despójate de la espada
y de los palos hirientes¡
¡Te ruego que no secuestres
la gracia y la salvación,
mucho menos que la lleves
de nuevo a crucifixión.
¡Desata la verdad!
Devuélvele su voz!
Ella no es solo tuya!
Es un bien universal
y su cuna es la creación.
Pregunta por la luz,
pero no para vendarla,
sino para llevarla
a las almas del Señor.
En su huerto.
Autor:
Maximino A.M.P.
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